martes, 3 de febrero de 2015

J.L.Turner o cómo sobrevivir a dos genios.

Recuerdo siendo adolescente y sólo tenía conocimiento para estar todo el día haciendo la cabra y estaba desbordante de energía, que la música Rock ya había entrado en mi vida para quedarse y había entrado en mí como una ola que rompe contra el muelle del puerto y amenaza con invadir la ciudad.
Lo que sonaba casi a diario en mi reproductor eran Zeppelin, Purple, Kiss, Rainbow, AC/DC...

Sonaban las guitarras como un trueno lanzado a los mortales por el dios Thor, bramaban!!
El despues conocido como ''air guitar'' ya estaba más que inventado y habían subido las ventas de collarines cervicales en las farmacias..

Todo el mundo que conocía estaba poseído por imberbes como yo alucinando con las diabluras de guitarristas como R. Blackmore, J. Page, A. Young, etc. No había otra cosa en la vida, que poner los discos a todo volúmen e imitar con una escoba los solos de nuestros ídolos guitarrísticos hasta caer agotados o hasta el momento que se abría de pronto la puerta de la habitación y entraban los Geos, digo tu madre , padre, hermano, de manera furibunda! Y ponías los pies en el suelo. De golpe.

Pero ya pasado un tiempo y bajada la fiebre, me empecé a dar cuenta que había otros elementos más que importantes en lo que escuchaba con asiduidad.

Yo, que había abierto los ojos al mundo a ritmo de Soul, género donde tiene absoluta prioridad la voz y estaba harto y extasiado de oir y disfrutar esas voces que tantas sensaciones habían despertado en mi corazón, em pecé a prestar atención a las voces de todos estos grupos de Rock y con los años, me fuí enganchando a voces nuevas como las de R. Plant, Dio, J. Lawton y la de un artista al que quiero realzar hoy: Joe Lynn Turner.

Quienes me conocen en los últimos veinte años, saben que desde que me dedico a tocar en bandas o componer para grupos o solistas, prefiero tener en mis filas una buena voz antes que un buen instrumentista, algo que me ha generado no pocas muestras de desacuerdo, discusiones y algún que otro aborto de proyecto musical muy interesante, pero que carecía de una buena voz.

La voz es algo único, como las personas. Somos irrepetibles cada uno de nosotros por siglos que pasen y miles de millones de seres humanos que haya en la Tierra.
Y con las voces pasa igual, no hay dos exactamente iguales. Siempre podrá imitar una voz a otra, pero será sólo eso: imitar. Lo original es irrepetible y en la voz humana pasa lo mismo. Esto es lo que pienso porque esto es lo que llevo sintiendo toda mi vida, sin restar el mínimo reconocimiento a tantos miles de virtuosos de un instrumento nusical, pero la voz es la herramienta más antigua, algo que nos diferencia de otros seres vivos.

Joe nació el dos de Agosto de 1951 en New Jersey y se inició en el mundo musical en 1977 tocando la guitarra y cantando en el grupo Fandango con los que grabó cuatro discos hasta 1980


En ese año, 1980, Blackmore, guitarrista de Deep Purple ya había abandonado su banda para ser el líder absoluto de Rainbow, con los que publicó varios discos con el tristemente fallecido hace pocos años Ronnie James Dio y buscaba esta vez una voz menos neo-clásica, más ''comercial''. Rainbow reinaban en Europa en sa fecha con su música épico-medieval, pero no terminaban de ser entendidos ni apreciados en EE.UU. y el ególatra de Blackmore quería ser reconocido allí como anteriormente lo era con Deep Purple.

Una vez descubierta a la joven promesa (algo que hay que agradecerle siempre a Ritchie) y contratada, se pusieron a componer el próximo disco que iban a lanzar: Difficult to cure.
Después de este, vinieron dos más: Straight between the eyes y Bent out of shape, pero quiero destacar el primero, por el impacto comercial que supuso.

Canciones como I surrender, can't happen here o Freedom Fighter bordaron un disco redondo no sólo en su formato, tambien en su presentación, carpeta y contenido. Ritchie Blackmore está sencillamente fantástico en su labor de guitarrista, sin renunciar en ningún momento a ése estilo neo-clásico que le hizo famoso mundialmente con Purple, pero las canciones del disco no hubieran valido para nada si en vez de cantar Joe hubiera cantado cualquier otro. Eran canciones que le venían commo un guante de seda a su cristalina voz.
Atrás iban quedando esos discos de metraje kilométrico, temas de quince minutos y desarrollos musicales interminables, pero no por ello carentes de magia y de muestras incesantes de virtuosismo.

Llegaban otros tiempos e imperaba la necesidad de adaptarse a ellos creando canciones más cortas, directas, pero Blackmore no estaba dispuesto a perder ese ''toque'' que le hizo famoso y consiguió dotar a las nuevas canciones de un extra de calidad, aportando a las líneas vocales su respuesta y contrapunto en forma de arreglos guitarreros, algo en lo que debió tener cuidado para no resultar cargante y no sin alguna que otra presión de la discográfica consiguieron que el disco fuera equilibrado tanto en dar a la voz toda la presencia necesaria como al resto de instrumntos, consiguiendo un resultado final fantástico.


Esta canción sirve de muestra del contenido del disco: melodías muy bien hechas, arreglos muy oportunos, algún cambio tonal muy bien adaptado, los solos de guitarra bien construidos, ''cantables'', una base rítmica fiable y compacta, unos teclados de presencia intermitente y preciosistas y unos coros al alcance de muy pocos en este género. Si la melodía está bien construida, los coros suelen ser maravillosos y eso lo consiguió Joe.
Todas las canciones del disco tienen la misma calidad vocal y los mismos coros bien acertados. El disco supura calidaad por donde lo pinches, son los nuevos Rainbow, más directos, más comerciales, pero los egos mal encauzados provocan estragos.

El carácter huraño, dictatorial de Blackmore y su infinito ego, le llevaba en directo a eclipsar a Joe, pisando constantemente en directo a Joe, el cual se limitó al final de su estancia en la banda a hacer su trabajo y dejar al loco explayarse con su guitarra hasta 1984 en que Ritchie disuelve la banda para volver con sus Purple.

Más tarde, en 1988, un sueco que había irrumpido en el mundo de la guitarra heavy virtuosa llamado Yngwie Malmsteen (al que muchos tachaban injustamente de comparar con Blackmore por tener la misma escuela) lo fichó para su álbum Odissey.

Otro ''loco'' de la guitarra neo-clásica, ególatra hasta el punto de dejar a Blackmore a un segundo nivel, pero con una velocidad endiablada, un Paganini de las seis cuerdas en el siglo XX



Aquí podemos apreciar que la voz de Joe ha sufrido un proceso, ha madurado con los años, pero sin perder un ápice de feeling. En este disco hay más virtuosismo que en andanzas anteriores, se aprecia la llegada del ''doble bombo'' para acentuar más la velocidad y el énfasis de la música.
Nuevo proyecto que devuelve a Joe al panorama musical y recobra la popularidad de nuevo a nivel internacional. Yngwie ya era reconocido mundialmente por su destreza y le costó poco volver a ser parte del foco de atención en los escenarios junto con el furibundo guitarrista.

Y volvió a ocurrir de nuevo. Yngwie en directo arrasa, quiere ser el foco de atención, sabe que todo el mundo quiere ver cómo puede mover los dedos a esa velocidad demoniaca y no se cansaba de interrumpir las melodías de Joe haciendo arreglos interminables sobre la melodía, eclipsando constantemente el buen hacer del cantante.


El resultado final es espectacular: una banda de musicazos tocando a todo poder y un sonido casi impecable, pero las luchas de egos eran inacabables y todo volvió a terminar para el bueno de Joe, que contemplaba impotente cómo su actividad iba quedando relegada día tras día a un segundo plano.
Estar en nómina tiene estos inconvenientes, que la letra pequeña se escribe sobre la marcha...

En 1990 fué reclutado de nuevo por Blackmore para cantar en Deep Purple en el disco Slaves & Masters, con la consiguiente gira de promoción, hasta que un tiempo despues Ian Gillan, cantante original de la banda decidió volver y Joe se dedicó, entonces sí a ocuparse en su carrera en solitario, publicando sus canciones hasta el día de hoy.

No se ha apartado nunca del rock, pero sus discos tienen pinceladas de otros estilos, incursiones en el pop, baladas comerciales y un sonido bien orientado al A.O.R. tan importante en las emisoras de radio americanas.


De la mano de Michael Bolton entró en el mundo de los jingles para las emisoras de radio, cuñas publicitarias y cualquier tipo de marketing que necesitara una voz peculiar, melódica y bien entrenada.
Es un tipo conocido en los estudios de grabación y muy cotizado como sesionista profesional.
Su voz ha sido usada en publicidad de grandes marcas como Gatorade, Budweiser o Domino's Pizza y ha coéscrito canciones con Cher o Roy Thomas(Queen, The Carrs, etc)

Los buenos  nunca dejan de serlo.

Esto es tan sólo una muestra más del por qué digo siempre que prefiero tener en mi banda un buen cantante antes que cualquier otro músico por bueno que sea. Un instrumentista bueno, es reconocible en los primeros compases de una canción, pero una buena voz te puede llegar donde una nota de otro instrumento quizá no lo consiga.

A raíz de todos esos guitarristas que surgieron en los ochenta y tocaban constatemente garrapateas, miles de notas por minuto y que a algunos les llamaban pajilleros del mástil, en cierta ocasión le preguntaron a Carlos Santana qué opinaba sobre estos músicos que tocaban siempre tan rápido, a lo que respondió reflexivamente: ''esas notas tan rápidas son como balas...que no atraviesan el papel''.

Y así fué la historia a grandes pinceladas de Joe Lynn Turner, un cantante que sobrevivió a dos monstruos de la guitarra y vivió para cantarlo.
Y muy bien, por cierto!



Mantengo humildes mis orejas.



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