domingo, 23 de agosto de 2015

AZUL#17










La carretera serpenteaba sobre las colinas de la dehesa, preñada de encinas y alcornoques, con los troncos desnudos, del corcho arrancado. Los cerdos husmeaban el suelo en busca de sus frutos o de cualquier otra cosa, que su apetito omnívoro considerara alimento. Unos cercados de alambre, cuando los había, los separaban de la carretera.

La carretera era apenas, dos carriles de asfalto parcheado, sin arcén. Al coche que conducía Luis le venía una talla pequeña.
La salida de la autopista había ido degradando en calidad y cantidad, hasta que había quedado reducida a la comarcal por la que iban y que les conduciría a la Puebla de Montefrio. Habían recorrido unos diez kilómetros pero aún faltaban otros tantos, según la señal que acababan de rebasar.
La aguja del velocímetro no sobrepasaba los 80. El estado del firme, ademas de lo revirado de la vía no lo aconsejaban. Pero Luis quería llegar cuanto antes. El trayecto se le antojaba interminable. De hecho en una ocasión había acelerado, topándose con un camión cargado de ganado, con el que casi choca al entrar en una curva. Tras el susto, se resignó, no asumiría más riesgos; pero los nervios se lo seguían comiendo… no terminaban de llegar al maldito pueblo.

La figura encorvaba apareció de repente. El A6 salía de una curva cerrada para tomar la siguiente que torcía hacia el lado contrario. Cuando Luis lo vio por primera vez, aunque sólo por una fracción de segundo, la propia curvatura de la carretera le impidió hacerlo más tiempo. La escasa distancia que los separaba desaparecería inexorablemente en pocos segundos. El lento pedaleo del ciclista no era rival, para los cientos de caballos que llevaba bajo la carrocería.

El hombre sufría sobre la bici. Desde luego su aspecto físico, no era el de un deportista. En el maillot sudado resaltaba la espalda cargada de grasa, con unas lorzas sobresaliéndole a la altura de los riñones. Luis redujo la velocidad a su paso, no se atrevía a adelantarlo. A las facilidades que daba la calzada, se sumaban las eses que describía el ciclista, fruto del agotamiento.
- A ese hombre le va a dar algo. Pensó.
Como si se tratara de una orden, el hombre se desplomó sobre el manillar, cayendo sobre el asfalto, en una avalancha de carne y aluminio. La reacción fue instantánea. Dio un pisotón al pedal del freno, deteniendo el coche justo antes de pasarle por encima.

El ciclista yacía bocabajo, inmóvil, con la cabeza ladeada. Luis se apeó del coche y corrió a su lado.
- ¿Está usted, bien..?. ¡Qué tontería de pregunta! Exclamó Luis agachándose. Probó a tomarle el pulso. Era débil, pero muy rápido, como el de un pajarillo. Tenía los ojos entreabiertos y respiraba con mucha dificultad. Luis pensó en un infarto y rápidamente le miró las manos. Efectivamente debajo de las uñas el color morado señalaba la falta de oxígeno. A ese hombre le estaba dado un ataque al corazón y si no hacía nada moriría. Tenía que darle la vuelta, para intentar reanimarlo. No pensó, ni que fuera tan difícil, ni que pesara tanto. Cuando lo consiguió, vio a un hombre de unos cincuenta años, de tez lívida como la cera, que se había destrozado el lado derecho la cara. El asfalto se la había rasgado, llegando hasta el hueso en algunas zonas. Reduciendo la piel y la carne a una pulpa rosada cubierta de suciedad, rezumante de sangre.
Se disponía a insuflar aire al accidentado cuando su ojos se abrieron de par en par. Clavándose en los suyos. El pecho se le abombo y comenzó a toser violentamente, esputando grumos de sangre que le recordaron a la gelatina de fresa que tanto le gustaba a Paula.
- Mmalddito.... hijjoo d putaa... me has mmataadoo.
Las palabras se colaban entre los esputos. Alzó las manos ,he intentó asirle por la garganta con las escasas fuerzas que le daban los estertores de moribundo.
Pero ¿qué decía ese hombre? , que él le había.... En ese momento giró la cabeza y vio la bicicleta debajo de las ruedas del coche, completamente deformada. El morro del automóvil tenía una abolladura sobre la parrilla de ventilación del radiador y un faro estaba roto. Los cristales estaban desperdigados, unos por el asfalto negro y otros sobre el asfalto rojo de sangre. Ahora volvió a mirar al ciclista. Tenía el pecho hundido y en un costado había una especie de palo astillado clavado. Luis tragó saliva. No. ¡Dios mío! Eso no era ningún palo. Era una costilla que salía del pecho hendido. En la cabeza todavía llevaba el casco, pero por los respiraderos resbalaba una sustancia; como un yogurt con trozos de una fruta exótica y gris. Pero ¿cómo? él no había atropellado a ese hombre. Él no ...o ¿sí?. ¡¿Qué era esta locura?!. Los ojos de muerto volvieron a la vida pero había algo diferente en ellos. Su color, su color era distinto, ya no eran oscuros si no que eran azules; del azul frio del hielo; como si la misma muerte le estuviera mirando. Set le miraba. Era él, eran sus ojos.......

El vacío estaba sólo a unos diez metros cuando consiguió detener el coche. ¿Habría dado una cabezada y el coche se había salido de la carretera?. Luis bajó temblando, aún sentía el frio de esos ojos. ¿Cómo había podido quedarse dormido?.

Atrás los niños asustados gimoteaban. Cerró la puerta y se acercó al barranco todavía desorientado. No supo calcular su profundidad, pero lo que sí sabía es que la caída hubiera sido mortal de necesidad. Se pasó la mano por el pelo y regresó al coche, que seguía entre los arbustos que acababa de embestir. Esperaba poder sacarlo, por sus propios medios.

Después de varias maniobras y acelerones consiguió llevar el coche de nuevo a la carretera. Los niños ya habían recobrado la calma e incluso parecían felices de volver a emprender camino. Sólo faltaban cinco kilómetros para llegar. Luis giró el volante suavemente para salir de una curva, cuando lo vio. Allí estaba. El ciclista obeso, esforzándose sobre la bicicleta, al borde del colapso.
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-Bien. Déjeme ver. A ver si lo he entendido correctamente.
Usted asegura que en la visita que efectuaron a una especie de residencia para niños acogidos y después de que Paula estuviera allí, participando con uno en una especie de experimento. En su hija o mejor dicho en la mente de su hija comenzaron a operar los cambios que antes me ha relatado. Y que la manera de hablar que su hija ha empezado a mostrar, es la misma de la del aquel niño.
- Sí doctor, eso es. Fuimos hasta allí por una extraña oferta que le hicieron a mi marido. Después, mire en internet y descubrí que la clínica había sido clausurada por un tema de maltrato a los pacientes hacia tiempo y que el doctor que nos atendió estuvo involucrado. Nunca pensé que Paula estuviera en peligro; sólo estuvo dibujando con ese niño un rato y jamás la perdimos de vista .Esto parece sacado de una película pero le juro que es la verdad. Toda la culpa es mía, no debimos ir.

- No cabe duda de que suena extraño y la coincidencia en el tiempo da que pensar. Pero no creo que estén relacionados directamente. Tranquilícese. Ahora lo primero es Paula. Aseguró el doctor Jovellanos, a la par que le tendía una caja de pañuelos de papel, para que se secara las lágrimas. Ahora no sabía que pensar de esa mujer. Primero vio a una madre desesperada y un caso estimulante. Pero ahora no sabía muy bien que veía.

Paula seguía absorta, en un vídeo que el doctor le había puesto, para distraerla mientras su madre se calmaba y él intentaba entender todo aquel embrollo. Los auriculares impedían que la niña oyera la conversación. Lo que el doctor no sabía es que Paula no necesitaba ningún sentido para conocer lo que le rodeaba e incluso cosas que no podía percibir directamente. Ella ahora tenía otro punto de vista completamente distinto.

Cuando todo comenzó fue divertido, como un juego en el siempre llevas ventaja. Luego pasó a doler pero no era un dolor, no como cuando te caes y te raspas las rodillas. No; era más el dolor de cuando mamá se enfadaba con ella o de cuando papá chillaba a mamá. Pero ese dolor se estaba pasando, comenzaba a acostumbrarse a él. Él le daba unas cosas a cambio de otras. Algunas cosas no las quería cambiar y por eso ,el otro le hacía daño . De la misma forma que cuando en el colegio Jaime le quitaba algo.
Otras veces, si quería lo que el otro le daba. Por ejemplo, cuando tenía más fuerza y ningún niño podía meterse con ella, sin recibir una buena zurra. Eso sí era divertido.
Notaba como si su mente se abriera y comprendiera cosas que antes, no podía; por así decirlo, se hacía mayor por dentro a la vez que se quedaba pequeña por fuera ,o algo así . Tenía la sensación de que el otro ordenaba su cabeza. Cambiando de lugar algunas cosas, poniendo algunas nuevas; o quitando otras viejas, de la misma manera que lo haría, si su mente fuera una estantería con juguetes. Era difícil de explicar. No sabría decir si eso le gusto, pero no pudo hacer nada por evitarlo. Mamá y ese médico no lo entendían.
Ella tampoco, hasta la pasada madrugada, cuando lo entendió todo.

Era de noche y dormían, ella no. Permanecía en su cama revolviéndose en su edredón de princesas. No podía dormir, en su mente no había descanso. Los pensamientos, las ideas, todo, iba de acá para allá, dando tumbos. Recorrían su mente, intentaban reconstruir o recordar cómo estaba todo antes que el otro llegara y empezara a ponerlo a su gusto. Por así decirlo, era como cuando te despiertas en medio de la noche y vas al baño haciendo el camino de memoria, con la luz apagada. Pero no consigues encontrar el camino, te golpeas con los muebles y las paredes, porque ya no están en su sitio. Tanteado con cuidado. Avanzando pegada a las paredes como si lo hicieras por el borde de un acantilado, donde un mal paso la precipitaría al vacío negro e insondable.

La encontró por pura casualidad, era la puerta.


En realidad no sabía si puerta era un nombre correcto para eso ,pero no encontró otro más apropiado, de hecho, no supo que lo que era hasta que se encontró al otro lado.
.Fue lo mismo que sentiría un alfiler, si pudiera sentir, cuando un imán la atrae de forma irrevocable. Su ser interior, lo que la hacía una persona viva y racional se vio atrapada en un torbellino que la engullía como una colilla en el wc.

 Continuará...



miércoles, 5 de agosto de 2015

Dr. Jeckyll & Mr. Rock: canciones que crean ministerios(Pintupi)

El visceral cantante australiano Peter Garrett frontman de la ilustre banda Midnight Oil formada en 1975, siempr estuvo comprometido con el medio ambiente, con los derechos históricos de los indígenas australianos, el tibet y cualquier tipo de reclama ecologista.
Algo que dejó patente ya desde el primer disco de la banda grabado en 1978 ''Diesel and Dust''.

Poco conocidos por aquí (injustamente) no eran el arquetipo de banda ochentera con sonido a disco-pop, pero sí sabían darle a las canciones un extra de calidad en forma de buenas melodías y arreglos adecuados para cada momento. Tampoco tenían la típica imagen de pelos cardados ni camisas de lentjuelas, al contrario, en sus actuaciones en directo, el cantante sacaba toda su rabia para darle el mayor énfasis dramático a cada pieza que interpretaban.

Su canción más conocida pertenece precisamente a éste primer disco y se llama: ''Beds Are Burning''.



La canción exige la devolución de sus tierras al pueblo Pintupi, expulsados d ellas en los años 30.
Para la ceremonia de clausura de las olimpiadas de Sidney de 2000 la banda actuó en directo y no dudaron en interpretar la canción, saliendo a tocar con una camiseta que llevaba impresa la palabra ''sorry''.

''Beds Are Burning'' fué calando poco a poco desde l día de su publicación, que años más tarde sirvió para unir a varias personalidades del mundo de la música popular y otras figuras más relevantes y grabaron la canción para concienciar y alertar sobre el cambio climático y otros peligors que está causando la acción del hombre, la especie más peligrosa que habita el planeta Tierra.


Midnight Oil se despidieron en 2002 con su último disco ''Capricornia'' y Peter Garrett lo dejó todo por la política y entró en el partido Laborista y en 2009 fué nombrado Ministro de Medioambiente, Patrimonio y Artes de Australia.
En el 2010 su partido fué reelegido y lo nombraron Ministro de Educación Escolar, Infancia y Juventud, cargo que desmpeña en la actualidad.

Lo mismito que aquí, verdad?

Voy a ir terminando, que Mr. Rock tiene un trallazo preparado y se está impacientando, aquí lo que prima es el Rock, aunque no hacemos ascos a cualquier otro estilo musical, excepto ciertas corrientes vulgares que se empeñan en hacernos oir, a lo cual nos negamos rotundamente.

La versión metalera corre a cargo de Crystal Tears, una joven banda todo energía y actitud agresiva.
Esta ha sido la selección de Mr. Rock.



Disfruten de esas merecidas vacaciones, pero no olviden que sólo tenemos una vida y un planeta!
De momento..