viernes, 23 de septiembre de 2016

El colmo de las maldades.

''Todo hombre es sincero a solas. En cuanto aparece una segunda persona, empieza la hipocresía''.
R. W. Emerson.




No es una característica del ser humano actual, va intrínseco a él desde antes de que bajara de los árboles. El miedo a ser plato del día de fieras salvajes o de miembros de otros clanes, la necesidad de asociarse para conseguir alimento y fortalecer los grupos, fue creando los lazos virtuales de esa necesidad mal llamada amistad posteriormente.


Somos gregarios por necesidad, pero nuestra parte animal late como la de un lobo solitario, pero al contrario que el canino, no somos solidarios con el grupo ni fuertes en la soledad. Nos valemos de nuestra apariencia y nuestro intelecto, todos pensamos que somos superiores al de al lado, más fuertes, más inteligentes y nos valemos del mal alimentado ego para conseguir lo que queremos.


Todo es susceptible de compra, venta o préstamo a intereses insospechados, oscuros, ocultos.
El altruismo es tan sólo una aspirina para la conciencia, disimulado en bondad. Nadie dá nada a cambio de nada, todo es a expensas de recibir algo a cambio.


Desde los primeros clanes omínidos hasta nuestros días, la necesidad de asociarse para conseguir un supuesto bien común, ha ido creando una serie de comportamientos sociales que han derivado en actitudes más que cuestionables.


El miedo, algo natural que experimenta cualquier animal o persona, es una alarma para sobrevivir, un instinto. Pero también el miedo se inculca. Desde la ignorancia siempre es más fácil manipular, reorientar, moldear el comportamiento en pos de otro interés.




Hay quien afirma (y estoy de acuerdo) que la hipocresía ha contribuído al mantenimiento y expansión del género humano muy por encima de otros valores como la humildad o el amor. Hasta en los rebaños de ovejas hay un líder. Todos seguimos a alguien, porque confiamos, porque lo han impuesto a la fuerza o porque simplemente es más cómodo dejarse llevar, difuminarse entre la manada y que piensen otros.


Son sentimientos oscuros, auspiciados por la necesidad y la avaricia, el odio disfrazado de oferta, el beneficio disfrazado de amor.




Hola, soy La Amistad! Cuánto me vas a pagar?




''No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto''.
Aristóteles.




La hipocresía es el colmo de todas las maldades. Es el típico ''quítate tú para ponerme yo'' que tanto se le asigna últimamente al aspecto político, pero que no es más que un reflejo de la filosofía del mundo moderno.


La necesidad de asociarse desde la historia de la humanidad está plagada de ejemplos de hipocresía. En nuestros días, aún hay quien alberga el noble sentimiento de tender la mano al desconocido que necesita ayuda. Hay grupos como los de salvamento o rescate que se componen de tres o cuatro personas especializadas en situaciones de alto riesgo, pero son tan profesionales que no necesitan ser amigos para desempeñar unas funciones tan arriesgadas. Tampoco es menos cierto que lo normal en esos casos donde se convive casi a diario hay unos lazos de unión muy fuertes. Pero el resto de mortales en su día a día, van perfeccionando esas otras conductas retorcidas como las de ir prestando con intereses algo que en el fondo no vale nada, pero para otra persona puede serlo todo. Es lo que yo llamo un ser miserable.




Porque hay que ser miserable para imponer ideas y creencias desde una amenaza de muerte certera. Hay que ser muy miserable para aniquilar a otros seres humanos por tener otro color de piel, otros pensamientos, ideologías o filosofías de vida y vender el holocausto como solución a un falso cáncer.




Nos lobotomizan a diario, nos hacen despertar falsas necesidades supérfluas como el salvavidas de un nuevo mundo, el teléfono móvil con internet es la nueva biblia, el aislamiento del ciudadano moderno mediante las nuevas tecnologías y la falsa dependencia a ellas como si fueran el oxígeno del siglo XXI




Sin un coche no eres nada, no puedes optar a un trabajo mal remunerado que te roba todas las horas de todos los días del resto de tu vida. Hipotecas para vivir bajo un techo con un importe disparatado que esclaviza a todos y cada uno de los ciudadanos del mundo ''civilizado'', el veneno inyectado en forma de anuncios subliminales para despertar el deseo de poseer más que el vecino a costa de lo que sea necesario, está transformando al mundo que conocemos en autómatas que sólo saben respirar porque a eso nadie enseña...de momento.


Desforestar para edificar, matar para vender tecnología bélica, invadir para expoliar recursos naturales, crear venenos para vendernos el antídoto a precios desorbitados al alcance de muy pocos. Corrientes de opinión malintencionadas y nunca contrastadas, imposición a la fuerza de deidades, desprecio y odio al que piensa, cree u obra diferente...todo bien orquestado y puesto en funcionamiento por mentes oscuras, hipócritas disfrazados de respetables.




Ni una mala palabra, ni una buena acción.




Dicen que el gran triunfo del demonio en el recién estrenado siglo consiste en hacernos creer que no existe..



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