sábado, 14 de octubre de 2017











Debajo de un ciclón de sábanas revueltas te espero cada noche.
Detrás de una celda de almohadas.
Dentro de un abismo húmedo de sueños inconclusos.

La luna me mira con su ojo legañoso
velado de catarata maliciosa.
Estrellas sin nombre me sonríen malvadas.
No llegas y la vida se me escapa

No tardes que la oscuridad me rodea
de insomnios huecos,
de pesadillas de felicidad beige
de futuros de realidad plana
de monotonía infinita

Me acuna en un moisés de huesos blanqueados de plata sin bruñir.
Cierro los ojos y te veo
Hablo dormido y te llamo
Y no vienes
Y no estás
Alargo el brazo y te toco
dentro de otra carne y me repele,
vómito sucio de asco propio.
Sudo de dolor
Tiemblo de angustia
y me muerdo de hambre

Al amanecer del día,
cuando sus dedos amarillos y afilados, se clavan en el pensamiento,
el sol burlón me recuerda, que ha empezado otro día del resto de esta perpetua,
de otra jornada en este presidio sin puerta,
en este calabozo sin llave,
en este patíbulo sin horca,
con este verdugo sin tajo,
y de vivir sin despertarme a tu lado.






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