lunes, 9 de mayo de 2022

Salta.






Susurra el vértigo al oído, que vayas con el vacío, que saltes, que la paz, esa que sientes ahora, podría ser eterna, que únicamente depende de ti, de que des un paso, de que te sueltes. Es tu amigo, un amigo de los de verdad, de los que hacen lo que dicen y siempre dicen lo mismo. Sí, sí, ya sabe que da miedo, todo lo da. Tu primer paso también te lo dio, aunque ya no te acuerdes, hasta el primer beso lo da. Todo lo bueno conlleva un riesgo, pero no aquí, aquí el resultado es seguro. Solamente unos pocos segundos y ya. Todo será como mereces que sea. Lo sabes, de alguna manera siempre lo has sabido, sabías que este momento iba a llegar. Has fantaseado con él cientos, miles de veces y ahora ya estás aquí, después de horas, sufrimiento has llegado aquí, porque ¿para qué si no has venido?, ¿para jugar a hacerte el valiente?, ¿para volver a traicionarte?





No, no lo hagas entonces, pero no juegues más conmigo. Ya me das suficiente asco, ya tengo que vivir dentro de ti, pegado a tus pies como una sombra. Tú estás arriba, eres la carcasa, la superficie, como una boya. Mientras, yo cuelgo hacia el fondo, oculto, relegado al ostracismo. En realidad soy quien nos ve, quien te susurra, quien intenta ayudarnos y quien sufre de impotencia. Veo la cobardía a diario, nuestra misera existencia como si estuviera en una sala de cine de sesión continua, es la misma película una y otra vez. Nos despertamos todas las mañanas pensando que hoy va a ser diferente, que llegó el punto de inflexión, a partir del cual no me necesitarás más. Mentira. Yo ya lo sé desde que abres los ojos, es otra de tus dulces mentiras. Eres el manirroto que pide otro nuevo crédito, para pagar el último crédito, que pidió para otro de sus caprichos absurdos e innecesarios. De sobra sabemos que estás arruinado, que vives por encima de tus posibilidades, que solo son promesas de yonqui.



¿Por qué no acabamos ya de una vez con esta pantomima? ¿Por qué no tener por una vez la dignidad suficiente para salir de escena de una forma que no seamos un hazmerreír? No me ignores, no soy el vértigo, soy tú; bien lo sabes, el que te gustaría ser y el que nunca serás. Soy tu fantasía, la que no te atreves a cumplir, por eso te susurro al oído, estoy detrás de tu carne, frente a ti en el espejo. Sé que sufres, que no es fácil, pero lo que te digo es por nuestro bien, salta, déjate caer, mereces, merecemos la paz. Luchar es inútil, después de tantos años, lo sabes, los dos lo sabemos. No es de cobardes rendirse cuando la victoria es imposible. Contigo, también desapareceré yo, pero hay vidas que es mejor no seguir viviendo.