Recuerdo como si fuera ayer aquella noche de hace más de cuarenta años (time goes by) que no me podía dormir, era casi imposible. Sentía que sería una noche especial, que algo se estaba tramando ahí fuera y no estaba seguro de querer saberlo, casi sentía miedo al recordar las historias que me contaba mi padre sobre unos señores mayores con barbas grandes, vestidos con atuendos extraños y largas capas de colores brillantes que los envolvían por completo y servían para cubrir los lomos de unos animales parecidos a los caballos, pero con una montañita sobre la espalda.
No debían pasar frío, prque en esas montañas llevaban guardados un montón de regalos que los señores estos habían ido buscando durante largos meses por tierras muy lejanas y tenían que llegar a esta casa y debían llegar sanos y salvos.
Es más que probable que llevara toda la navidad dando la machaca con la noche de reyes y los regalos, imposible poder recordar todo, tenía poco más de tres años, pero sí recuerdo muy bien ciertos momentos mágicos, como cuando me dijeron que había que enviarles una carta diciéndoles que me había portado muy bien, había sido un niño bueno y obediente y había querido mucho a mis hermanos y a mis padres.
Ni siquiera había empezado a ir a la escuela, pero recuerdo haber hecho unos garabatos con mucho arte y unos dibujos. Ni saber qué era un ''remite'', pero el trabajo había que hacerlo.
Cómo no ''escribir'' una carta a los Reyes Magos para pedirle lo que más ansiaba en el mundo?
Cómo no hacerles saber de mi existencia, que era un niño feliz y no entendía de pobreza?
En mi imaginación todo era posible, veía a los pájaros volar y yo quería volar tambien. Veía a mi gata jugar y hacer saltos imposibles y yo quería tambien.
Veía pasar el tren y yo era el maquinista..
Los inviernos de antes los recuerdo más fríos, más duros, o quizá era esa vieja casa de vigas de madera y barro con grandes ventanas y balcones hasta el techo, con los primeros cables de corriente en la pared sujetados entre esparadrapo y púas o esa mesa de camilla donde no faltaba un brasero con ascuas de carbón y de donde no había forma de sacar a mi gata en toda la noche...tal era el frío.
Esa noche de Reyes, mi padre y yo nos fuimos a dormir temprano. Mis tres herman@s mayores, yo y mis padres teníamos que dormir en dos habitaciones y a mí me pusieron una camita junto a la de ellos.
Previamente, mi madre calentó la mía con una bolsa de agua hirviendo, porque la humedad era tal, que las sábanas parecían mojadas y se hacía duro dormir así, pero esas bolsas tenían magia para mí, así que nos dispusimos a dormir, pero antes había que rezar un poco, pero como los nervios no me dejaban dormir, mi padre empezó a contarme historietas de la Rosarillo, me harté de reir y en algún momento indefinido me quedé dormido..
Mi hermano mayor ya andaba de parranda y debió llegar de madrugada y por mucho cuidado que quisiera poner para no hacer ruido al entrar, la puerta lo gritaba todo, ya que la llave era grande y hermosa, de las de antes, de hierro y me desperté.
Papá! Ya han llegado los reyes! La bici, la bici!
Totalmente a oscuras, mi padre se levantó y me dijo que no me moviera por si eran ladrones. Salió de la habitación, recuerdo unos murmullos, unos ruidos y llegó mi padre.
Papá, son los reyes, han traido la bici? Eslo único que había en mi cabeza, la bici. Con ella me iría a la playa a navegar con los pescadores del pueblo y llevaría a mis amigos del patio y a mi gata tambien. Me pasearía por todas las calles para que vieran la bici tan chula que me habían traido..
Se encendió la bombilla del techo de la habitación con su luz pobre, amarillenta, pero suficiente como para poder ver bien a mi padre en paños menores, con una sonrisa en la cara y mi bicicleta de tres ruedas en una mano!
''mira tu bisi, ya te la han traido'' recuerdo que me dijo con su asento suave.
''como es de madrugada y la gente duerme, la voy a dejar aquí a los pies de tu cama. vamos a dormir y cuando sea de día te subes en ella''
La magia existía, esos señores existían y habían recibido mi carta. Habían buscado la bici y habían encontrado mi casa, pero a pesar de ser tantos entre reyes y pajes, no los oí, Fué un ruido solo lo que escuché.
No recuerdo haber sido tan feliz en mi niñez como esa noche de reyes, de magia y de ilusión. Hasta que crecí y fuí tomando conciencia de todos los problemas que acarrea hacerse mayor y afrontar la vida y las dificultades que nos plantea, la vida era mágica, una aventura diaria, una explosión constante de imaginación en la mente sin prejuicios de un niño y el esfuerzo de unos padres de origen humilde haciéndoles llegar a los Reyes Magos los deseos de un hijo. Cualquier cosa por vernos sonreir.
La magia existe, los Reyes Magos existen porque hay personas que nos quieren ver felices y año tras año harán ese esfuerzo por hacerles llegar nuestras cartas de deseos, no tienen por qué ser anhelos materiales. A veces con un simple ''estar'' es más que suficiente.
Y mi padre existe. En el cielo, pero para mi existe.
Que nadie os robe ese espíritu. Nunca.
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