El viento se cebaba contra el navío como queriendo convertirlo en astillas a modo de sacrifico en honor a la mar, de la que nunca se podía separar, tan sólo acariciar la superficie y mezclarse en las gotas de agua que salpicaban de las olas, aunque su abrazo favorito ocurría siempre contra las rocas de los acantilados. El final perfecto e implacable entre los dos fenómenos atmosféricos y cuyo maestro de ceremonias eran esas lastras cortantes como cuchillas escondidas bajo la superficie a pocos metros de la orilla. Un final poco halagüeño para cualquier embarcación que no conociera la zona.
Sus fondos marinos guardaban un cementerio de pecios, testigos mudos de la atracción de todo tipo de gentes de la mar, piratas y corsarios que durante décadas se sentían atraídos por los cantos de sirena de aquella zona de apariencia desértica, pero rica en minerales preciosos, agua dulce y una gran variedad de frutos, hortalizas, animales y gente humilde que vivía del trabajo de sus manos y no sabían defenderse.
El palo mayor había desaparecido de un cañonazo cuarenta millas atrás y el fondo de la embarcación se había abierto al chocar contra una de las rocas cual estilete entrando bajo la axila hasta el corazón. Un golpe mortal. El agua inundaba toda la zona de carga y saltaba sobre la cubierta. Más que un navío parecía una balsa a punto de servir de alimento para las olas enfurecidas. La carena era un colador y era cuestión de minutos que la mar diera el abrazo final a la embarcación. La popa se encontraba al nivel del mar y hasta allí habían ido quedando amontonados los cuerpos inertes de la tripulación, los siete marineros originales del navío, un cocinero argelino y el contramaestre George, un bucanero que había desertado en las Bahamas y era tío de Anne, la cual había recibido un golpe en la cabeza y el costado izquierdo al caerle encima el palo del foque a causa de un disparo de cañón del buque de la Armada española que llevaba tras ellos más de una semana.
Mary no estaba mucho mejor, tres días de huída sabiendo que si les atrapan no van a tener un juicio, si no que serían todos ejecutados por piratería, dejan agotado a cualquiera, pero el instinto de supervivencia le hacía sacar esas fuerzas de ninguna parte para poder seguir luchando por su vida. Con los ropajes hechos jirones, descalza y famélica, pudo llegar hasta el mascarón donde había caído semi inconsciente su amiga Anne, la que una vez le salvó la vida cuando su padre la quiso vender a un traficante de esclavos en Cuba y ésta pudo convencer a el por entonces su marido para que la liberara... unas horas más tarde, en el ocaso, el pirata Van, que así se llamaba el marido, entró en la choza donde se encontraba Anne amordazada y tirada en el suelo. La liberaron y huyeron hasta América..
Había que saltar por la borda. Era eso o morir ahogadas cuando el barco se hundiera. Nadar cincuenta metros hasta la orilla en un mar embravecido es garantía de perecer en el intento y la otra opción quedaba descartada por suicida. Para decoración de los fondos marinos quedaría una embarcación de 300 toneladas, ocho cañones y más de media bodega con un botín millonario entre joyas, monedas, aranceles, escritos de propiedades, telares y cualquier cosa de valor que pudiera ser vendida o canjeada.
Tras llorar abrazadas y sintiendo el agua en los pies, se decidieron a saltar. Casi siete metros de altura hasta el agua son muy respetables, pero era acción obligada. El impacto del choque resultó brutal y las frías aguas del Mediterráneo en invierno son crueles.
Pese a tener los pulmones llenos de aire, el golpe, la inmersión y el oleaje hacen que estos se vacíen daño la sensación de que arden. El frío no se aprecia, tal es la necesidad de salir a flote y poder respirar.
Silencio entre la tormenta y una sensación de paz inquietante invadió repentinamente a Anne y Mary, dos veinteañeras que huyeron de su ámbito familiar a mediados del XVIII para vivir su vida rebelde entre marinos, piratas, puertos y escondites.
Dos cuerpos flotando golpeados contra las rocas de la orilla en una escena dantesca otoñal. Dos vidas sesgadas por una cadena de infortunios y malas decisiones producto de la urgencia del momento, del estrés constante de vivir en una embarcación rodeadas de hombres sin principios, pendencieros, ladrones, asesinos o desertores de la armada.
- 2018
Ves la playa al fondo?
- sí, no me puedo creer que estemos llegando ya.
Tres kilómetros y estaremos pisando la arena y dejando que el agua acaricie nuestros pies.
- me encanta esa sensación, es como conectar con el origen de la vida.
Es algo muy místico...
- dicen que el mar es el vientre materno.
La mar.
- el mar.
Jajaja bueno, supongo que cada una la amamos a nuestra manera.
- el mar, el amar, el amor, la mar, amarla, dejarse abrazar..
Ya te ha entrado la vena, poetisa?
- sabes que me pongo romántica cada vez que venimos.
Pues ya hace un montón de años que no volvíamos, tantos que ni me acuerdo...
- es verdad, yo tampoco me acuerdo...
Y esa torre? Parece que está habitada.
- me resulta familiar, creo tener algún vago recuerdo... una chica con un sombrero negro... y gente extraña.
A ver si va a salir un caballero templario defendiendo sus dominios y nos parte el Ibiza de un espadazo jajaja
- acelera, que me estás poniendo nerviosa y este sitio no me da buenas vibras.
Ya me has sugestionado y parece que escucho gritos y veo soldados del reino persiguiendo a moriscos, piratas tuertos y viejas de luto.
- en serio, desde que hemos visto la playa al fondo estoy imaginando cosas y me llegan flashes a la cabeza con unas imágenes inquietantes.
La necesidad de desconectar dándonos un baño en la playa es imperiosa. Ya estamos llegando, aparcamos, sacamos lo necesario y al agua que hay que nadar, gritar y celebrar el encuentro.
- sí por favor, que la ansiedad me está pudiendo.
Tenemos buena suerte, no hace viento y la mar está tranquila.
- mejor, no me gustan las tormentas ni los días de viento y esta playa me han dicho que es peligrosa aún con la mar en calma. sólo te puedes bañar tranquila hasta cinco o seis metros de la orilla y justo ahí, se vuelve profunda y oscura y en los días de viento de Poniente, las corrientes te llevan a la zona de rocas donde es imposible agarrarse porque son una prolongación en vertical de la montaña..
Claro que sí y de repente sale del agua el dios Neptuno y te pincha el culo con el tridente.
- y salgo volando jajaja!
Respira profundo y cierra los ojos, esta zona es rica en yodo y dicen que limpia los pulmones.
- estoy mirando el horizonte, contemplando la eternidad.
El deseo más grande de cada alma del mundo.
- me encantaría que fuera cierto, necesito creerlo.
Sabes qué? Llámame loca, pero juraría que hay alguien más.
- pero si no hemos visto a nadie en varios kilómetros a la redonda y aquí estamos solas.
Lo sé, es una de esas sensaciones de las que me hablabas al pasar por la Torre. Es como si entre el ruido de la brisa y las olas golpeando las rocas hubiera una conversación, de vez en cuando juraría que escucho palabras sueltas como si fueran susurros.
- menos mal, pensaba que yo era la única que ''escuchaba cosas'' desde que estamos aquí.
Mejor nos movemos un poco, vamos a acercarnos al castillo.
La huella del ser humano, su legado, su obra y nosotras aquí alucinando con el entorno.
- esto tiene embrujo, yo sigo teniendo las mismas sensaciones que allí abajo.
Es fascinante lo que puede hacerte creer el cerebro.
- y también puede ser inquietante el hecho de creer oír cosas y que te lleguen a la memoria imágenes como recuerdos de situaciones ya vividas...
Yo estaba en un barco, recuerdo una noche de tormenta que un rayo partió una vela...ví una luz y creía que esta torre era un faro y alguien me gritaba '' noooo, a poniente, gira el timón o nos vamos a pique!!!''
- dios mío, yo también he soñado eso! pero cómo es posible?
Lo escuchas?
- sí, perfectamente.
Es como una voz de hombre?
- dice nuestros nombres..
Pero en inglés.
- dice que no es un faro.
Conoces a algún Carlos?
- Vane, Charles Vane. El capitán del ''Williams''.
Espera..... creo ''ver'' lo que dices... entiendo que hemos soñado que viajábamos en un barco y nos sorprendió una tormenta?
- y Charles Vane era mi marido, mi segundo marido.
El pirata Charles, que era el capitán del navío?
- el mismo que creemos estar escuchando ahora.
Ana.
- dime, María.
Saltamos?
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