El coche gris se alejaba por el camino de grava
bajo la lluvia persistente. En una de las ventanas dos figuras observaban su
marcha.
- Parece que todo ha salido como se esperaba. Comento
Livia.
- Sí, aunque por un momento pensé que iban a salir
corriendo. La mujer es peligrosa. Dijo el doctor y se alejó de la ventana para
acercarse a su mesa.
-Ahora déjeme solo Livia.
- Como desee.
La mujer se disponía a abrir la puerta cuando el
doctor volvió a llamarla
- Ah, Livia por favor, traiga la grabación de la sesión y por favor no
olvide preparar la eliminación del anfitrión; ya no será útil.
- Por supuesto, como usted diga doctor. Dijo
cerrando la puerta tras de si.
- Bueno después de todo no ha sido para tanto.
¿Verdad? Comentó Luis.
A Laura no le apetecía de hablar del tema, además Paula parecía contenta. Así que dejó sus objeciones a un lado y acordó con su
marido que sí, que en realidad no había sido para tanto. Pero en su fuero
interno no dejaba de darle vueltas a todo el asunto. Paula en efecto, era la que más
entusiasta con la experiencia. Los cuarenta minutos con Set parecían haberla cambiado. No dejaba
de decir que lo había pasado fenomenal y que el cuarto de juegos, como ella lo
llamaba, era muy "chuly”, y que verías cuando lo contara a sus amigas del colegio.
También preguntó qué cuando iban a volver. Su madre le contestó con evasivas.
Volver no era parte del trato. Realmente lamentaba lo que ocurría a ese pobre niño,
pero no, no volverían.
. Ahora sobre la
carretea negra y húmeda, el coche parecía un insecto atrapado en la lengua de
una bestia, que inevitablemente lo conduciría a sus fauces; la ciudad.
La manzana tenía un color rojo brillante. Sobre su
piel aún quedaban unas gotas de rocío. La agarró con la mano y con un pequeño
tirón la separó de la rama de donde colgaba. Se la acercó a la cara y aspiró su
aroma dulce y fresco al tiempo.
-Paula, cariño, ven. Toma. Llamó a su hija que correteaba por
entre los manzanos.
La niña se acercó trotando.
-¿Qué mamá?
- Toma mi amor, come.
La niña tomó la manzana y la llevó a su boca. La
pulpa blanca era dulce como el caramelo.
-¿Está rica cariño?
- Sí mamá, está riquísima. Dijo Paula a la vez que masticaba.
El jugo de la fruta comenzó a resbalarle por la comisura de los
labios. Era rojo sangre y caía en gruesos goterones sobre la camisa blanca que
llevaba puesta.
Eva miró el resto de manzana que aún quedaba en la mano de la niña.
Pero no era una manzana, era un corazón sanguinolento y palpitante al que le
habían dado un mordisco.
Laura se lo volvió a llevar a la boca diciendo.
- Mamá está riquísimo, riquísimo.....
Sus propios gritos la despertaron, a su lado Luis
que se había despertado sobresaltado por sus gritos le decía; tranquila, sólo
es una pesadilla .Ya pasó, tranquila.
Continuará....
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