Orgaz se
incorporó dejando el resto de los documentos a medio recoger, aún por el suelo.
Avanzó hasta el sillón de polipiel negra y se dejó caer, todavía con la carpeta
en la mano. ¡Cómo pasaba el tiempo! Aún se sorprendía de su ingenuidad, tenía
delante una fuente de conocimiento empírico, con la que jamás hubo soñado y
pensó que no valía nada, que sólo eran paranoias fanáticas y que no le
ayudarían en su trabajo. Afortunadamente estaba el señor Ulf; él conocía muy
bien el potencial de lo que había en esa carpeta. Volvió a releer su
encabezamiento y recordando la primera vez que lo hizo.
" Studiengesellschaft für Geistesurgeschichte‚
Deutsches Ahnenerbe".
Podría haber
estado en chino; para él hubiera sido lo mismo, pues no sabía alemán. Lo único que
si identifico, fue el emblema que lucía en la portada. En muchas culturas había
sido conocido como señal de buena suerte, pero la acepción más reciente y
extendida de la esvástica, era la que la relacionaba con el nazismo. Sin darse
cuenta volvió a retrotraerse en el tiempo y se vio otra vez en la residencia de
lujo, en el apartamento de su mentor, del señor Ulf Hrubesch o como comenzó a
llamarle desde ese día Set. - Buenos días de nuevo Doctor, espero que haya
encontrado estimulante su visita al banco. Saludó con una sonrisa en la cara de
cuero blanquecino y arrugado. El viejo seguía sentado en el sillón rodeado de
penumbras exactamente igual que cuando lo dejó un par de horas atrás. Creyó ver
unos pequeños destellos azules, en los cristales oscuros de sus gafas,
posiblemente el reflejo de la luz, que entró desde afuera, al penetrar en aquel
ambiente lúgubre. Si había visto un montón de oro y unos documentos nazis, de
hacía más de cincuenta años. ¿Pero clase de conocimiento podían aportarle?;
¿cuál era ese saber, que le había prometido? Las preguntas le bullían en la cabeza,
la incertidumbre le torturaba.
- La verdad,
no sé qué decir, estoy un poco desconcertado, señor Hrubesch.
-
Naturalmente, naturalmente mi querido doctor. Si me permite, déjeme que le
cuente algo, que le ayudara a ponerse en situación y a comprender mejor la
magnífica oportunidad que le estoy brindando. Pero por favor, tome asiento.
El doctor lo
hizo nuevamente, en el sofá junto al sillón orejero dispuesto a escuchar.
- Bueno,
bueno, pues empecemos:
Como sabe, en
la década de los treinta del siglo pasado, mi país natal, se vio envuelto en
una serie de cambios políticos y sociales que terminarían llevando a la nación
alemana a embarcarse en una nueva y cruenta guerra, como jamás se había visto
en el mundo. Una de sus justificaciones, entre otras muchas, fue la
reivindicación sobre unos territorios, que la gran Alemania, caudilla de la
raza aria reclamaba de su natural propiedad. Yo por aquel entonces era un
muchacho ,que como muchos jóvenes, primero milité en las juventudes del partido
nazi y luego pasé al ejército regular de la Wermacht con la llamada filas, más concretamente
al Heer o ejército de tierra . Hasta aquí mi vida no se diferenciaría mucho de
las de miles de jóvenes de la Alemania nazi. Pero yo siempre había sido digamos...especial.
Desde muy pequeño había tenido una mente muy despierta, privilegiada, casi
clarividente. Con la pubertad esas cualidades aumentaron cualitativa y
cuantitativamente. Mis características no pasaron inadvertidas a mis superiores
que lo hicieron constar en sus informes. Hasta que un día recibí un mensaje de
la SS, más concretamente de su sección de " Studiengesellschaft für Geistesurgeschichte‚
Deutsches Ahnenerbe". O para que usted lo entienda "Sociedad para la Investigación
y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana”. Era una orden directa, relevándome
inmediatamente de mi destino en Polonia y emplazándome en uno nuevo en un lugar
secreto, en los Alpes austriacos, en el corazón del III Reich. Resulté ser lo
que estaban buscando un Übermensch o superhombre. Yo era el ejemplar ario
perfecto. Yo representaba la mente superior, de una raza superior y por lo
tanto debía ser alejada de cualquier peligro. Tenía que ser preservada,
estudiada. Así, junto con otros elegidos, fui inscrito en un programa científico
ultrasecreto llamado SET. El viejo detuvo de súbito su relato. Un ataque de tos
le sobrevino. Su pecho ladraba como si tuviera dentro una jauría de perros
rabiosos. Orgaz se levantó, aún asimilando la historia, con el fin de asistir
al hombre, que se debatía piafando como una bestia que se asfixia. El médico observó,
que tras el sillón había una pequeña bombona de oxigeno medicinal. La tez del
viejo tornó del blanco mortecino al violáceo cianótico. Tomó la mascarilla y se
la aplicó sobre la Cara, girando con la otra mano, la llave que liberaba el
gas. El oxigeno comenzó a entrar en sus pulmones difundiéndose por su sangre,
haciendo que su ritmo cardiaco bajara poco a poco.
- Gracias...
doctor, dijo el hombre cuando consiguió respirar con normalidad, apartando la
Mascarilla.
- No tiene por
qué darlas.
Orgaz volvió a
ver el destello azul. Intentó disimular su sorpresa. Pero estaba seguro, el
brillo azul, no era ningún reflejo. El brillo, provenía de detrás de las gafas,
de los ojos de el señor Hrubesch. Por primera vez en su vida entendió el
concepto de la palabra Frío.
- Bien por dónde
iba. ¡Ah! sí .Volvió a retomar el relato después de limpiarse un esputo amarillo-
sanguinolento que le quedó colgando de la comisura del labio inferior, en otro pañuelo
que sacó del batín de terciopelo azul marino.
En mi nuevo
destino, en las instalaciones secretas ubicadas en lo más profundo del valle alpino,
oculto a los ojos de resto del mundo, con un presupuesto ilimitado y lo que es
más importante con la libertad absoluta para la experimentación, los cerebros
más brillantes del III Reich hicieron unos descubrimientos que podrían haber
cambiado el signo de la guerra y con el ello el del mundo. Pero
lamentablemente, tanto usted como yo, sabemos que la ciencia necesita de otros
ingredientes a parte de los recursos y el genio. Ese recurso al que refiero es el
tiempo del que no pudieron disponer. La tan anunciada victoria final, no recaía
como más tarde se supo, en la posible obtención de una bomba de hidrogeno o en
la fabricación de aviones a reacción, ya que también se estaban investigando en
esos campos, si no en un poder mucho mayor. El poder de la mente. En las instalaciones
austriacas, se pretendía formar una elite aria de soldados, capaces de
manipular síquicamente al enemigo. No me refiero solamente, desde el punto de
vista del espionaje y así poder conocer sus planes, sino también a que se
trabajaba en la transmutación mental. Si, ya sé que suena como si fueran los
delirios de un viejo loco. Pero le aseguro que el proyecto estaba en su fase
final, cuando a principios de 1945 tuvo que ser suspendido y las instalaciones desmanteladas.
El III Reich se desmoronaba y el avance aliado era ya incontestable.
El doctor no
pudo seguir en silencio e interrumpió, aquello que acababa de oír era una...solemne
tontería.
- Perdone,
señor Hrubesch pero permítame que sea cuanto menos, escéptico con su relato. ¿Quiere
decir que los nazis consiguieron intercambiar mentes de un sujeto a otro? No
creo que eso sea posible, en mi experiencia la mente es completamente inherente
a cada individuo y por lo tanto, no tiene sentido que pueda albergarse en otro
distinto. Lo que está usted sugiriendo está en contra de cualquier ley natural.
El viejo le
miró directamente cambiando el rictus pasando de una sonrisa amable a una mueca
lobuna que transmitía asco.
- Mire doctor,
déjeme que aclare un punto. Toda nuestra sociedad hasta hace pocos años, ha y de
algún modo sigue estando cimentada sobre creencias sobrenaturales, que llamamos
religión. Es cierto que la ciencia va poco quitando capas a nuestra realidad,
transformando en ciencia lo que antes era un misterio inexplicable. Por eso le
digo que los límites del conocimiento, precisan de hombres con los arrestos
suficientes para enfrentarse a estos, sin prejuicios. Esa misma característica
es la que creí ver en usted. Aunque quizás no esté en lo cierto. Orgaz sintió
que pisaba sobre un terreno cenagoso, que podía dar al traste con todo. Así que
intentó contenerse y dejar terminar al anciano. De cualquier forma, pensó, lo
que proponía, seguía pareciéndole una locura.
- No me
malinterprete señor Hrubesch, lo he pretendido decir, que no dudo que los
científicos nazis consiguieran llegar a doblegar, incluso controlar la mente de
sujetos. Lo que me parece sorprendente es que pudieran, como usted ha dicho,
transmutar la mente de una persona a otra distinta.
- No se
moleste señor Orgaz, sé exactamente lo que ha querido decir. Pero no se
preocupe, es un hombre de ciencia, que solo cree en lo que puede comprobar, no
en la palabrería de un viejo moribundo. Y eso, habla bien de usted. Por eso le
voy a dejar, una copia traducida del documento que ha visto en el banco. En él
están descritos todos los experimentos y pruebas que necesitará para poder juzgar,
si es posible o no, lo que le he contado. Continuó el hombre; había bajado el
tono y la expresión de su rostro también se había suavizado. Pero antes quiero que
tenga un pequeño anticipo tangible que le...digamos le predisponga. El viejo se
llevó ambas manos a las gafas y se las quitó lentamente dejando al descubierto
sus ojos. El fuego azul que desprendían, le atravesaron las retinas al doctor.
No podía apartar su mirada de ellos, era como intentar detener una ola con los
brazos, era... Imposible. La luz azul cabalgó sobre sus nervios ópticos hasta
llegar al cerebro. Entonces el azul lo llenó todo. Sintió la quemazón del
alcohol en una herida y por un momento el dolor fue insoportable, luego se fue
diluyendo hasta ser sólo un pequeño latido en la base del cráneo.
Ta-ta-ta-ta La
ametralladora tableteaba escupiendo su munición mortal. El olor a sangre y a barro
lo impregnaba todo. En el horizonte se alzaban columnas de humo negro y más
arriba en el cielo, los alaridos de los Stuka prometían su vomito de acero y
fuego. Estaba paralizado por el miedo. Las balas silbaban sobre su cabeza.
¡Dios mío! ¿Qué era todo esto? Se levantó del agujero en la tierra, donde
estaba arrellanado, mirándose. Llevaba puesto una guerrera gris manchada de
barro, era un uniforme de infantería alemán. Tirado junto a él, el cuerpo de un
chico, de no más de veinte años con la cabeza abierta como una sandia ,dejando
desparramar los sesos aun humeantes, sobre un charco de sangre . ¡Dios mío qué
era esta locura!
- ¡Erdung
körper!, ¡Erdung körper dummkopf!
-¡Cuerpo a
tierra! , ¡Cuerpo a tierra idiota!
Sintió un
golpe en el pecho y después calor. Luego llegó el dolor, que le subía desde
dentro, hasta la garganta con cada latido. El borbotón carmesí, manó de su boca
en una arcada explosiva. Sintió como el mundo se desdibujaba, desenfocándose.
Las piernas ya no le podían soportar. Lo siguiente que sintió, fue el calor de
su sangre y el frio del suelo helado. No podía estar muerto, o sí. ¿Dónde
estaba su cuerpo?
... Estaba
sustentado en un nada negra e infinita, como flotando. Simplemente era un ser etéreo,
sin materia; sólo pensamiento puro.
- Jojo, jojo .
¿Cómo está mi querido doctor? ¿Asustado? Jojo jojo No tema, sólo es un juego...de
momento. Desde ese nuevo punto de vista, seguro que tendrá en mejor estima, el regalo
que le estoy ofreciendo.
-¿Que me está
haciendo? , ¿Qué quiere de mí?
- Bien, bien
esa actitud me gusta más. Le seré franco. Sólo le pido una cosa, a cambio de ofrecerle
todos los conocimientos de los que le he hablado, de solucionar sus problemas,
de devolverle...su vida:
Que termine el
trabajo que quedo incompleto, que culmine el proyecto SET. Me hago viejo y pronto
mi cuerpo morirá. El proyecto debe culminarse; la orden debe de ser cumplida.
- ¿Pero, por
que yo? , ¿Por qué ahora?
- Doctor,
igual que una bacteria, adopta la condición de espora, cuando las condiciones
no son favorables, los Übermensch hemos sabido esperar .El mundo gira cada vez
más rápido. Las potencias nacen y mueren. Primero la URRS, pronto los EEUU.
Primero el comunismo y su Perestroika. Pronto el capitalismo se autofagocitará
en una crisis mundial semejante a la de 1929. Otras las sustituirán, China,
India... Pero que todavía están en pañales. El vacío de poder, el desorden, que
llegara a la vieja Europa; es nuestro caldo de cultivo ideal. El momento está llegando,
pero el tiempo biológico se agota, por eso nuestras mentes deben perdurar.
-¿Quiere decir,
que hay más como usted...?
- Sí, querido
doctor, distribuidos estratégicamente alrededor del mundo, esperando.
- Pero, no sé
si seré capaz de conseguir lo que usted desea.
-Jojo ,jojo.
Lo conseguirá. Sé de su capacidad, de su genio no reconocido, además le tengo reservado
un estimulante incentivo, que le hará esforzarse al máximo. Jojojo, si no lo
consigue o su esfuerzo no es el esperado ,sus días acabaran en una institución
mental....
La luz penetró
en oscuridad vacua igual que un rayo en medio una noche huérfana de estrellas y
de luna .Orgaz volvió a tener su forma corpórea. Estaba tumbado de lado, con
las rodillas a la altura del pecho. Descansaba sobre una superficie mullida.
Intentó ponerse de pie, pero apenas si consiguió moverse . Notó como no podía
retener su propia saliva, que le caía de los labios, manchándolo a él y al
suelo acolchado. Entonces lo comprendió. Una voz femenina, llego desde algún
punto detrás
Diagnostico:
Esquizofrenia Paranoide, Calificación: Muy Peligroso,
Tratamiento:
Sedación Paliativa.
Pronóstico:
Incurable,
Confinamiento:
indefinido.
La voz se
alejaba pero con un eco que le repetía una y otra vez "confinamiento
indefinido.”.
“confinamiento
indefinido".
Todo se volvió
azul, profundamente azul con la risa del viejo de fondo burlándose de él...Jojojo....jojo.....jojojo.
El escalofrió le recorrió la espalda con su dedo helado. Habían pasado quince
años, pero aún lo recordaba perfectamente. Recordaba el miedo, la angustia, la
impotencia. Recordaba su risa húmeda y malvada. Si hubiera podido, muchas
veces, le habría gustado viajar en el tiempo, para sentarse a observar, como el
viejo se ahogaba en sus propias flemas. Otras en las que hubiera gustado
arrancar el cable del teléfono, aquella noche, para que no hubiera soñado. Pero
la mayoría del tiempo, se sentía muy afortunado y de alguna forma agradecido.
Si, trabajar a su sombra, era tan peligroso como nadar entre tiburones, pero
gracias a él, había podido conocer y tener acceso a los misterios de la mente
humana. Algo con lo que el resto mundo, aún soñaba. Faltaba poco, el proyecto
estaba casi terminado. El huésped intermedio "aguantaba"
satisfactoriamente, no cabía duda de que el viejo había elegido bien. Sólo quedaba
dar el salto final, Set estaba listo. Entonces encontraría el reconocimiento
que tan injustamente, le había sido negado.
-Bueno hay que
ponerse a trabajar, dijo al despacho vacio.
Dejó la
carpeta ajada sobre el escritorio y retomó el archivador rotulado SET. Antes de
ir a dormir quería dar un último vistazo, repasar los cálculos una vez más.
Nada debía descuidarse
Continuará
No hay comentarios:
Publicar un comentario