III
"Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos."
que van a dar en la mar,
qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos."
COPLAS DE DON JORGE MANRIQUE POR LA MUERTE DE SU PADRE
Uno menos, uno menos. La vocecita de mí yo de dentro no deja de repetírmelo, uno menos.
Ya ha pasado otro verano y en nada volverá a ser Navidad. El tiempo se licua y se escurre como el agua de un de un canal al que le abren las compuertas.
Que D. Jorge Manrique dijo “que las vidas son los ríos que van a morir a la mar”, pero no es verdad que parecen que fluyan al contrario de lo que deberían.
A medida que la vida avanza el río se ensancha y pierde velocidad, se remansa para llegar a su destino sin prisas, casi inmóvil. En cambio y siguiendo la metáfora del poeta, si la vida son ríos, estos parecen nacer del mar para ir a morir a la montaña. Con los años vividos del discurrir del tiempo se acelera, vuela, y si son ríos, corren sus aguas cada vez más veloces, zigzaguean los meandros, sortean y suben los saltos por los que deberían derramarse, que no otra cosa que los avatares de la vida misma. A penas empezamos a disfrutar de ella ésta se va, a penas nos sentamos para tomar un respiro para contemplar las riberas, que con tanto esfuerzo labramos, tenemos que marchar, la gravedad nos obliga a seguir fluyendo más rápido, más arriba, más, como si por alguna extraña razón sin ella temieramos hacer es esperar a la muerte, que es el manantial de donde deberíamos haber nacido.
El recuerdo de la infancia, el recuerdo de la mar, del remanso, de la paz, de los años que duraban eternidades, nos acompaña en nuestro discurrir de ríos inversos, haciéndolo cada vez más angustioso, porque cada kilómetro recorrido es uno menos. Cada verano dura menos, cada invierno es más breve, ya no hay otoños y casi tampoco primaveras, es un ya constante. Vive el momento dicen, pero ya es pasado y el futuro cada vez está más cerca y cada vez es más pequeño.
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